Domingo en Nothing Hill. Salgo del metro y Clara esta esperándome. No exageró si digo que hacía tres años mínimo que no nos veíamos. Es curioso que tengamos que encontrarnos en una ciudad tan inmensa como Londres, sin duda, es todo un chute de energía poder compartir esta experiencia con una rubia tan buena y llena de energía como es Clara.
El mercado de Portobello esta en marcha y hay cantidad de gente disfrutando del día soleado y de su mercadillo. Aún así decidimos ir a comer un Brunch (Breakfast+Lunch) y aguantar la tentación de comprarnos toda la ropa del mercadillo. No podía existir mejor sitio en Nothing Hill que comer frente a la famosa librería donde se enamoraron Julia Roberts y Hugh Grant.
Después de horas de parloteo y ponernos al día terminamos en la librería de Nothing Hill. Esta vez ya es inevitable, no hay manera de soportar una segunda tentación: Hay que comprar. Los precios de sus libros no son nada desorbitados así que como no, compro dos: Uno de Mickey Mouse mitad comic, mitad biografía y una novela, Daddy Long-Legs.
Hoy hace casi una semana que estoy en Londres y es cien por cien recomendable leer libros en ingles para adquirir más vocabulario, al igual que ver la televisión.
A cuatro pasos de la librería hay una Galería de arte y aquí si que no hay quien pare a nuestra historiadora de arte Clara. Sin duda, lo más llamativo de las obras expuestas son sus cuadros de Vogué (8000 Libras). Una crítica al mundo de la moda con mucho tacto y gusto.
Cambiamos de tercio y acabamos en un supermercado. OJO no se trata de uno cualquiera sino de Poundland… Everything´s 1 pound! Similar al todo a cien español en el que encuentras de todo y la mar de barato.
De camino a casa de Clara nos tropezamos con la mejor sorpresa que una como amante del arte urbano puede imaginar… Un graffiti original de Bansky. Por supuesto, tapado con una especie de vitrina para protegerlo de posibles daños. Tengo a mi Clarita al lado para explicarme su significado quien al segundo lo caza y muy acertadamente dice: El autor expresa que aquella persona que pinta graffiti también es un pintor, un artista. Graffiti como arte.
Quiero finalizar esta entrada con una palabra que ha estado presente en nuestra conversación de la comida: El destino. La cito para expresar mi felicidad de poder estar con Clara en esta maravillosa ciudad, sin duda, una bonita casualidad si no queremos llamarlo destino. Efectivamente cada uno cree en lo que quiere, yo en concreto sostengo que es el destino quien me atrajo a esta ciudad. Recuerdo la primera vez que vine a pasar unos días y sentí una conexión instantánea que no sabría explicar. De esto hace cuatro años y hoy estoy aquí, no digo más.
Carla Babón