Guionista, director de cine y vasco de nacimiento, Borja Cobeaga se encuentra en el punto álgido de su carrera. Tras el éxito en taquilla de su penúltimo largometraje ‘Ocho apellidos vascos’, guión llevado a cabo junto a su inseparable amigo y compañero de oficio Diego San José, consigue el mérito de ser el creador de la película española más taquillera de la historia con 50 millones de euros de recaudación.
Galardonado en varios festivales como cortometrajista, en el año 2005 fue nominado a los Oscar con ‘Éramos pocos’ como Mejor Cortometraje de Ficción, hecho que añadió mucha categoría a su trayectoria.
Un camino ligado al entretenimiento y a la comedia con películas como ‘No controles’ o ‘Pagafantas’ las cuales reflejan un humor limpio y cercano al espectador, además de trabajar para la pequeña pantalla española con éxitos televisivos como ‘Vaya semanita’. A pesar de esto, el guionista y director donostiarra no quiere encasillarse con un solo género y por eso, en su último trabajo ‘Negociador’, cambia de registro atreviéndose con una tragicomedia.
¿Cómo te presentarías a aquel espectador que no te conoce?
Soy director y guionista que ha trabajado en televisión y cine. Empecé haciendo cortometrajes siempre de comedia, hice uno que se llamaba ‘Éramos pocos’ que estuvo nominado a los Oscar. Luego hice un programa de televisión que se llamaba ‘Vaya semanita’ y que tenía como novedad hacer chistes del problema vasco, ofreciendo una visión bastante irónica y sarcástica del problema de la violencia, en un momento donde costaba hacerlo. Quizás lo más relevante de mi trabajo es que escribí, junto a Diego San José, ‘8 apellidos vascos’ la cual ha sido una película con mucho éxito en España y ahora me encuentro presentando mi tercer largometraje como director, ‘Negociador’.
¿Qué diferencia podemos encontrar entre el Borja de los inicios y el de ahora?
No veo muchas diferencias ya que en mi enfoque actual hay una recuperación de mi trabajo inicial. En estos momentos estoy intentando recuperar algo de los inicios porque de igual manera que ‘Pagafantas’, ‘No controles’ u ‘8 apellidos vascos’ son películas más alocadas, comedias más directas; con mi última película, ‘Negociador’, he intentado recuperar el espíritu de cortometrajes como ‘Éramos pocos’ y ‘La primera vez’ que son comedias más negras, más melancólicas y oscuras con un tono desenfrenado.
¿Qué sientes que te falta por hacer?
Me encantaría hacer un thriller que tuviera elementos de comedia. Pero me encantaría porque, curiosamente, como espectador, más que la comedia, me gusta el cine negro.
Además de cine, has trabajado para la televisión española con programas como ‘Vaya Semanita’ e incluso has llegado a ser realizador de ‘Gran Hermano’ ¿Volverías a trabajar para esta?
El año pasado rodé un piloto para la televisión vasca que todavía no se ha emitido y la verdad es que me encantaría hacer una serie de esto.
Más allá de España, ¿te ves trabajando en un país, por ejemplo, de Latinoamérica?
No lo sé porque como toco temas muy locales, muy de aquí, pues me siento bastante apegado a trabajar en San Sebastián o en Madrid.
Aunque por otro lado, como no me fui de Erasmus… Tampoco me importaría hacer una película fuera (risas).
‘Negociador’ fue presentada en estrenó en la Sección Zabaltegi del Festival Internacional de Cine de San Sebastián donde se llevó el Premio IRIZAR al Cine Vasco. La película trata la historia de Manu Aranguren, un político vasco, que ejerce de interlocutor del gobierno español en las negociaciones con ETA en el año 2005. Sin pretensión de ser una crónica realista, la película muestra los errores y malentendidos que marcaron el diálogo entre ambas partes. Una tregua alejada de ser un acto solemne y calculado con la que Borja juega y la convierte en una tragicomedia.
Como donostiarra, ¿cómo te sientes jugando en casa con tu última película?
Bien porque la película se rodó aquí, el tema y lo que pasó es muy de la tierra. Me siento muy arropado porque incluso cuando no he tenido éxito con mis trabajos, sí fueron un éxito aquí. Además, nunca había rodado ninguna película en San Sebastián. Las anteriores fueron en Bilbao y ésta que sí ha tenido como escenario San Sebastián y ha sido un orgullo sobre todo para mi padre. De hecho, él aparece en esta película como extra (risas).
Aunque las localizaciones correctas de la trama de la película fueron en Ginebra y en Oslo por las limitaciones logísticas de producción lo situamos en una Francia abstracta. A mí me apetecía que las pocas pinceladas de San Sebastián fuesen como muy irónicas como. Me apetecía que de fondo tuviésemos lo más reconocible de la ciudad y a los protagonistas hablando en un sitio recluido del problema más gordo que tienen y les afectaba a la gente de atrás desde hace 40 años. Por eso era importante que se viera el fondo. Esto me parecía muy importante contextualizarlo porque justamente la película de lo que va es de quitar solemnidad a todo esto y que el factor humano esté muy presente. Entonces para retratar ese contexto, que está de fondo todo el tiempo, de que la vida sigue mientras que estos que deciden se reúnen en secreto, me parecía que tenía que recurrir a lugares icónicos que la gente reconociera.
Hablamos de tu tercer largometraje, ‘Negociador’, donde cambias completamente de registro. Después del éxito arrollador de ‘Ocho apellidos vascos’ ¿te sientes presionado por las comparaciones que se puedan generar?
Es que tienen tan poco que ver que si esperan que sea ‘8 apellidos vascos’ se van a decepcionar, pero si hablamos independientemente de ‘8 apellidos vascos’, sí siento una responsabilidad, porque hay un cambio de tono de todos mis anteriores largometrajes. A mí me pasaba, por ejemplo, en los primeros pases de película, que no entendía cómo desde el minuto uno la gente se reía en esta última película. También creo que la gente va predispuesta a reírse en general. Eso de que hay que dar al público lo que quiere y todo eso… hay a veces que es el mismo público el que no sabe lo que quiere, entonces hay que innovar y dar sorpresas. Lo bueno del cine es que es imprevisible, cumplas o no las expectativas.
Con ‘Negociador’ he intentado despegarme del estilo de ‘8 apellidos vascos’. Una de las cosas que hemos intentado de cara al cartel era separarnos, por eso el cartel es tan dramático. Yo estaba rodando esta película y leí en un periódico “Cobeaga intenta repetir el éxito de ‘8 apellidos vascos’ con ‘Negociador’” y yo decía: “Ufff…” Justamente de lo que no tengo ganas es de etiquetarme y que me encasillen sólo por comedias disparatadas. Para mí el cine como espectador, y ojala como director pueda cumplirlo, es que puedas ver una película de Tarkovski por la mañana y una de Jerry Lewis por la tarde y mi idea de la comedia también es esa, que no es lo mismo ‘El verdugo’ que ‘Aterriza como puedas’. Me encantaría alternar eso y hay una gran gama de grises como de tipos de comedias por eso creo que justamente no sería honesto hacer lo que se espera sino lo que me apetece.
‘Negociador’ da a conocer el conflicto Vasco entre los años 2005 y 2006 ¿Cuánto hay de realidad y de ficción en la película?
Yo de hecho no quería meter rótulos al principio pero vi que se podía ver como una ficción completa cuando tiene elementos de realidad. Al final puse rótulos para dejar claro que muchas cosas que cuenta la película pasaron, no tanto de dar información. No quería que fuera una película enciclopédica ni una crónica sino que por encima de todo estuvieran los personajes.
Busqué destensar hechos dramáticos a través de la comedia en varias ocasiones de la película.
Defíneme ‘Negociador’…
Comedia amarga, trágica, personal porque he hecho lo que me ha dado la gana. He sido libre y honesto.
¿Sentiste que tenías que ir con pies de plomo a la hora de tratar el guión?
No fui nada inconsciente y estaba todo muy meditado sobre todo el tono. Estaba precedido por las ganas de tener un tono diferente a las comedias que había hecho hasta ahora. Entonces me parecía que la historia se encajaba muy bien con el tipo de película que me apetecía hacer y me fascinaba mucho la historia que desde el principio me enganchó. Lo que pasa es que la forma de hacer la película que ha sido muy pequeña y personal, producida por mi propia productora. No he querido recurrir a Telecinco o Antena 3 para no tomar decisión en conjunto sino hacer una película que me sintiese enteramente responsable. A pesar de no tener todos los medios, que te dan ese tipo de productoras para mí, con esta película lo importante era que mi punto de vista no se viera alterado y sobre todo quería que la película fuese muy honesta. Por un lado, no muy polémica porque no adquiere un punto de vista político ni ideológico pero por otro lado tampoco quería ser “bien queda” con los protagonistas.
Sin duda hablamos de una película que apuesta por el entendimiento pero sobre todo por brindar conocimiento al espectador a años de terrorismo en España ¿Cuánto crees que afecta la ignorancia al estereotipo que se tiene de los vascos fuera de este país e incluso dentro del mismo?
Creo que en ‘Negociador’ si uno quiere tener un punto de vista sobre lo vasco lo tiene la cuestión del lenguaje. Como los personajes se vuelven locos hablando de Euskadi, Euskal Herria… Que es muy característico nuestro y que sí puede dar una visión porque la película es una representación de lo que ha pasado y sigue pasando en Euskadi, que nos volvemos locos con estas cosas.
Luego en mi carrera he jugado mucho a las dos cosas, porque justamente en mi anterior largometraje ‘8 apellidos vascos’ el topicazo brutal de la boina gigante está presente; pero claro también tiene que ver con el tono de la película que cuentas en esta era muy de trazo grueso pero con ‘Negociador’ va de otro estilo. Lo que si me parece importante es que como es una película muy personal y hecha muy para mí, no tenía un afán didáctico tanto a mostrar como son los vascos y la película no es muy explícita en sus diálogos. Hay cosas, por ejemplo, que si no conoces algunos detalles te pierdes pero hacerla más explícita me parecía como traicionar esa vena tan personal que buscaba.
Entonces ¿Podríamos decir que con esta película estamos ante el trabajo más personal y representativo de Borja?
Sí, por supuesto. Creo que esta película procede de una anterior (‘8 apellidos vascos’) que me gustaba pero que por otro lado, la podía haber hecho cualquiera. Tenía cosas mías pero no era 100% mía. En cambio, si te metes en el follón de una película que puede suponer tres años de tu vida como ha sido `Negociador’ desde que la escribí hasta que la he estrenado pues tiene muchas cosas mías y por las características de la gente que ha trabajado en este proyecto y por el tipo de la producción es algo muy personal y que tiene un sentido del humor con el que me idéntico al 100%.
Y volveré a hacer comedias locas como ‘8 apellidos vascos’ pero me apetecía hacer esto, me parece más original. A mí, como espectador, me gusta un cine más imperfecto y muy peculiar que películas que a lo mejor son más perfectas pero más impersonales.
¿Cómo llevas las críticas Borja? ¿Te quitan el sueño?
Si son buenas mejor (risas). En esta película he estado más atento a las críticas que en otras ocasiones. Por un lado estaba la preocupación sobre la la polémica que podía suscitar el tema y por otro, la expectativa de que alguien esperase un ‘8 apellidos vascos’ porque quería que quedase claro que iba a ser otra cosa. De todas formas depende mucho del crítico del que viene que afecte más o menos las críticas.
Pregunta obligada… ¿Habrá secuela de ‘8 apellidos Vascos’?
Por supuesto. Tiene los mismos personajes y espero que los mismo actores. Lo digo porque todavía no han leído el guión ya que éste está en proceso y está bastante avanzado. La historia ya la tenemos de pe a pa, Diego y yo creo que tenemos un par de Gags bastante memorables, estamos muy contentos.
La acción comienza en Sevilla y luego pasa a Cataluña. Mitad Andalucía, mitad Cataluña. Va a ser un punto de vista del vasco acerca de Cataluña, puede dar la impresión un poco antigua de que un vasco y un catalán son como hermanos pero ahora creo que en la actualidad con este tema hay bastante resquemor. Hoy por hoy, en cuanto al nacionalismo, los catalanes se nos han adelantado por la derecha. Es decir, que estos catalanes se nos han subido a la chepa, ahora ya no somos los protagonistas y este es el punto de vista está presente en la secuela así como el de la gastronomía. Quiero decir que un vasco como el que aparece en la primera película si va a un restaurante de diseño catalán puede flipar un poco y de ahí viene la comedia de ese choque.
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A colación del estreno de «Negociador» el pasado día 13 (por fin) os dejo la maravillosa y divertida entrevista que mi amiga Carla Babón le realizó al director donostiarra.